Ese momento en el
que le miras a los ojos ensangrentados en lágrimas y sabes que pronto llegará
la hora. La hora que nunca queremos que llegue y que cuando menos te lo esperas,
aparece y se lo lleva sin poder hacer nada contra ello.
La muerte envidiosa desgarró
de mis manos el ser que más quise. Intenté luchar contra ella pero fue inútil.
Nadie puede vencer la muerte y me he dado cuenta que es mejor dejar que todo
pase porque al fin y al cabo todo tiene su por qué aunque nosotros no lo
podamos ver.
La muerte tal vez se lleva
su cuerpo pero su alma perdurará entre nosotros. Sigue aquí y lo siento. Sigue
protegiéndonos y sigue en nuestros recuerdos, deseos, en lo más profundo de
nuestro corazón. Nunca dejará de existir...
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